sabato 21 novembre 2009

CONSEJOS PRÁCTICOS


Ya se han ido dos años desde el día del descubrimiento de mis nuevas capacidades de artesana. Yo no sabía que pudiera ser tan divertido y relajante construir collares y pendientes. Pensaba que fuera algo técnico y mecánico y sobretodo muy complicado.


Por supuesto hay cosas más difíciles que otras, pero si sabes donde poner las manos, no es nada imposible.

Mucha gente, sorprendida por mis trabajos, me pregunta cuánto tiempo me lleva y yo le digo que no siempre es cuestión de dificultad real necesaria para realizar un collar o una pareja de pendientes. A menudo se trata de elegir los colores, las formas y los materiales, luego saberlos componer en un diseño armónico. La cosa más importante que necesitas es una fuente infinita de fantasía, las demás las aprenderás con la experiencia. Por ejemplo, que debes procurarte una cajas bastante grandes, mejor con pequeños cajones o compartimientos separados, para que no se mezclen las piedras y las cuentas. Además, pon atención en la medida de las pinzas: la punta tiene que ser sútil y estrecha, para apretar también las piezas más pequeña. Ten cuidado con los metales: el cobre no lo compres si antes no ha sido tratado, porque se oxida muy rápidamente, y asegurate que el hierro sea sin níquel, porque puede dar reacciones alérgicas.

Éstos sólo son consejos técnicos que nacen por necesidades prácticas, no tienen nada que ver con el talento y el deseo de realizar cositas bonitas para embellecer tu figura.

UNA NUEVA PASIÓN



Soy una verdadera apasionada de los mercadillos. Me gusta ir por aldeas y descubrir ferias patronales y fiestas de barrio: yo soy una de esas personas que podrían ponerse delante de cada puesto para espulgar por horas si acaso haya algo que le guste. Encontrándolo, ¡por supuesto! También mi abuela es así: aunque se fuera al peor mercadillo del mundo ella conseguiría encontrar unas cositas que le sirven y a muy buen precio. No sé si depende de la sangre, a lo mejor es una cuestión de paciencia. Los puestos que siempre llamaron mi atención más que otros son los de ropa y los de collares y pendientes. No me veo como una persona vanitosa y tampoco materialista, pero todo lo que rueda alrededor del mundo femenino de los complementos me hace brillar los ojos. Desgraciadamente no tengo bastante dinero para comprar todo lo que deseo.



Un día tuve una iluminación: entendí que podìa hacer yo misma los collares y los pendientes que deseaba, sólo tenía que aprenderlo. Desde entonces todo pasó por casualidad, sin que yo intentara hacer algo. Un miércoles de julio, me fui a visitar a una amiga que se encontraba de muy mal humor y descubrí que ella hacía collares y pendientes. “¡Genial!” – dije – “¡podrías ser mi maestra!”. Fue así que me enseñó todas sus creaciones, me confesó sus trucos y me llevó al mercadillo que hacen todos los miércoles en su barrio. Allí me ayudó con la compra de todo lo que necesitaba, aconsejándome sobre los precios y la calidad. Volví a su casa con cajitas de cuentas, piedras, cuerdas y nailon.

Antes de empezar a trabajar y a dejar libre mi imaginación, me acercó un paquete: al mercadillo, sin que me hubiera dado cuenta, había comprado dos pinzas para mí, explicándome que serían mis nuevas manos.